No tienen un precio excesivo y son realmente bonitos. Yo diría que los más bonitos y no es amor de madre. Tienen un cromado tono plata total. Si me dijeran que son de plata me lo creería. Además el tacto es una delicia, en serio.
Una vez testados, puedo decir y digo que cumplen con su cometido: la guitarra (al menos esta) no se ha desafinado lo más mínimo a pesar de algún que otro tozudo estironazo. Y la guitarra viste de domingo. Es una ascenso en toda regla y, como digo, no son caros. Sobretodo si los comparamos con los antiestéticos puentes flotantes, que además de horrendos mucha gente los inmoviliza de por vida.
Los aconsejo y lo volvería a hacer, lo juro.