La mayoría de flautistas que conozco usan fundas enrollables, confeccionadas artesanamente por ellos -o sus familiares-. Y el más purista, un trozo de paño abatanado para envolver su flauta. Ciertamente, no hay nada como un maletín rígido para preservar un instrumento. Pero cuando uno escoge tocar la flauta de pico, seguramente preferirá un toque antiguo, "histórico" o al menos tradicional en los detalles.
Así que yo también pensé en confeccionarme una funda enrollable casera... hasta descubrir que sólo el precio de la tela y una fina guata acolchada costaba casi lo que la funda Moeck. Aparte, el tiempo dedicado a cortar y coser -y suplicar favores, porque a mí la costura se me da fatal-.
Personalmente me siento muy satisfecho con esta funda: su tamaño admite hasta la flauta tenor desmontada, y me permite transportar varias flautas con una soloa mano (y en la otra, atril y carpetas), deja respirar a la madera y tanto los compartimentos como la solapa superior cubren las flautas y evitan el roce. Además, en el extremo derecho hay un compartimento para escobillones o baquetas, y un amplísimo bolsillo en la misma solapa donde llevar bayetas y botes de grasa -y el afinador, en mi caso-.
Aparte, los detalles: asa y apliques en cuero claro -que no se aprecian en la fotografía y fueron una agradable sorpresa para mi-, discretos -y seguros, doy fé- cierres con velcro que evitan pelearte con hebillas, bordes reforzados por un aplique de cinta cosida a todo lo largo. Y lo mejor, el precio... Para quienes no sabemos enhebrar una aguja, mucho más barato que la cena para agradecer el favor por haberla cosido.