El aprendizaje de un instrumento es comparable con el aprendizaje de un idioma. Cuanto más pronto se empieza con él, más fácil resulta. Y así, por ejemplo, se plantea el jardín de infancia musical como un concepto pedagógico musical, que propone la estimulación y práctica de la música aplicada a los padres junto a los niños ya desde el periodo de lactancia. El proyecto está enfocado fundamentalmente a los padres para los que la música forma parte de la vida familiar cotidiana, e introduce a los niños en mundo de los sonidos.
La educación musical temprana forma la base ideal para el aprendizaje posterior de cualquier instrumento, y es recomendable para todos los niños a partir de los 2 ½ hasta los 6 años. La educación temprana se basa en clases en grupo. En Alemania este tipo de enseñanza se ofrece en casi todas las escuelas de música. En las clases se induce a la asimilación de la música, los alumnos pueden investigar y probar diferentes instrumentos (entre otros, los llamados instrumentos Orff), y aprenden las notas y los ritmos jugando.
La formación musical posterior iría dirigida a los niños grandes de 58 años, y representa un complemento ideal para la educación musical temprana. También la formación musical básica se lleva a cabo en grupos (6-8 niños), y promueve el talento musical natural de sus hijos. Con ello se establecen sólidos cimientos para una futura carrera musical, como la seguridad en el ritmo y la correcta entonación.
Junto a la preparación óptima para las futuras clases de enseñanza instrumental, la educación musical temprana ofrece además los efectos más positivos en la completa personalidad del niño. Está demostrado que con esta vía se potencia la capacidad de concentración, se mejora el comportamiento social, la motricidad y la disposición al aprendizaje, reforzándose también la actitud por descubrir de los niños.