Lo que le solemos pedir a un estuche de guitarra normalmente es que asegure la guitarra de una forma rígida y a la vez holgada; que la guitarra tenga espacio a la vez que se mantenga firme en ella; que la complemente y que la remarque. Desde este punto de vista, se trata de un estuche perfecto que no tiene parangón dada la medida fijación con que esta sostiene la guitarra, por no hablar del imponente aspecto estético que el estuche suscita tanto abierto, y con la guitarra en su interior, como cerrado. Es sólido, rígido, eficaz, pertinente, elegante y, casi huelga decir, imponentemente bello.