La mayor flexibilidad estilística es lo que posee el músico cuando es capaz de dominar al tiempo los diferentes tipos de guitarras (acústica, electroacústica, clásica, guitarra eléctrica, dobro, etc…). El principiante con ambición y amplios intereses de estilo, por el contrario, inicialmente debe conformarse normalmente con un único instrumento en sus primeras excursiones musicales por los diversos estilos. Por eso antes de tomar una decisión definitiva ante la compra de un instrumento, también se deberían conocer más de cerca las perspectivas estilísticas que cada tipo de guitarra puede ofrecer.
Por ejemplo, el principiante que pretende moverse dentro del terreno de la música de guitarra „clásica“, debería recurrir mejor a una guitarra de concierto. Con la guitarra de concierto también son posibles excursiones en los diferentes estilos de la música afroamericana (Folk, Country, Rock, música brasileña, etc.), sobre todo cuando se emplea la guitarra para acompañar la voz. Con la guitarra de concierto también se pueden abordar estilos de la cultura del toque andaluz - el Flamenco -.
Sin embargo las fronteras de la guitarra clásica se alcanzan rápidamente tan pronto uno se encamina por los derroteros principalmente dominados por las artes de la guitarra eléctrica. Con una guitarra de concierto apenas se puede articular nada con apelativo "rocking" de forma satisfactoria. El sonido (saturado) Rock de la guitarra eléctrica, que se puede conseguir con relativamente poca cantidad de técnica, influye también en la sensación del toque. Pero hay también otros motivos para la insatisfacción. Las técnicas de toque características con la guitarra eléctrica (p.ej. Bend-up, Slide, Rockvibrato o Tapping), difícilmente se pueden „transcribir“ a las cuerdas de nailon de la guitarra de concierto, o cuanto menos no de forma capaz de reproducir el Feeling en condiciones. El solista con el consabido Rock-Feeling además se va a ver limitado por el cuerpo de la guitarra, donde el diapasón ya se le acaba por ley en el traste 12, impidiendo la óptima oscilación de las cuerdas y la capacidad de brillo en los tonos más altos. Con todo ello la guitarra clásica solo dispone de 18-19 trastes, estos últimos de muy difícil acceso, de manera que el solista tampoco para a poder conseguir producir la magia de las escalas altas evolucionando sin limitaciones hasta el traste 22.