Está claro que depende de gustos, pero lo cierto es que se han convertido en mis baquetas favoritas. El tacto rugoso hace que sean muy seguras y no se resbalen, y aunque al principio pueda parecer incómodo, se le acaba cogiendo el gusto al tacto natural de la madera sin tratar. Lo único malo para mí es el poco peso que tienen, ya que las prefiero más pesadas.