Estupendo aspecto, con un color rojo ligeramente anaranjado y barniz tintado en el mástil.
El mástil es muy finito, y el ancho de la cejilla es algo de 1mm por debajo del estandar actual de Fender. La distancia entre la 1 y 6 cuerda es de casi 2mm menos que en mi Tele USA 2018. Fenómeno para pisar o mutear por arriba con el pulgar, mal para dedos gordos y guitarristas que pisan las cuerdas con los dedos inclinados porque es mas fácil apagar cuerdas sin querer.
Los trastes altos son una delicia, y me dan una lectura al tacto del mastil superior que los estandar medium jumbos tan frecuentes, ademas de bendings sin atascos por rozamiento con el diapasón.
Sonido sin pega ninguna, a la par que mi Fender USA.
Las clavijas de afinación hacen perfectamente el trabajo pero no tienen la suavidad de unas de las buenas.
El golpeador es de un blanco nuclear, un despropósito en una guitarra con vocación vintage, pero sustituirlo por otro crema o mint no te costará mas de 10€ y 10 minutos. Lo mismo con los plasticos de los potes, que sumergí en café una noche y quedaron preciosos.
Mas ligera que las americanas sin duda.
Los trastes vineron FATAL, y si no la devolví fué porque ya no podía. Muchos trastes sobresalían por los extremos y tenian picos, tanto es así que se quedaba la primera cuerda enganchada debajo del traste por fuera del diapasón a todas horas colocando la guitarra en su soporte. Tambien muchos trastes desnivelados que cerdeaban a pesar de subir la acción y regular el alma. Después de limado, nivelado y coronado de trastes, ningún problema. Dudo que todas las squier vengan tan mal de trabajo de trastes. (si no no venderían ninguna), debí tener mala suerte.
En definitiva, es una guitarra estupenda con una estetica y relación calidad precio insuperable. Tambien para hacer modificaciónes sin pena y poderla descuidar un poco (y así disfrutarla). Ajusta las expectativas porque el instrumento no es equiparable a uno USA, pero si una estupenda opción con mucho mejor ratio calidad/precio.