No puedo entender las valoraciones tan positivas que recibe este producto, y me sorprende que una marca como Fishman fabrique pastillas de tan baja calidad teniendo en cuenta la reputación internacional que tiene.
A primera vista, el formato resulta cómodo: puedes guardar el violín con la pastilla colocada. Sin embargo, las instrucciones son poco claras y obligan a realizar una operación en el puente para fijarla. Aun siguiendo esos pasos, al momento de probarla te das cuenta de que este micrófono no vale un pimiento.
La señal que entrega es de línea, lo que significa que apenas se oye nada y te obliga a usar un previo para ganar volumen. El problema es que, en cuanto subes un poco la ganancia, aparece distorsión. Al principio pensé que se debía a vibraciones en el puente, quizá porque la pastilla no quedaba completamente fija. Probé de decenas de formas distintas, sin éxito. Más tarde supuse que el fallo podía estar en el previo, ya que usaba uno de guitarra, pero al cambiarlo por un previo de válvulas universal comprobé que el problema persistía.
Buscando referencias en Internet confirmé mis sospechas: no se trata de un defecto en mi unidad, sino que este es el sonido real del V-200. Vídeos con violines de varios miles de euros terminan reducidos a un timbre similar al de un sintetizador barato, comparable al de la primera Game Boy en blanco y negro. Lo más grave es que muchos parecen no darse cuenta. El resultado es especialmente desastroso al tocar dobles cuerdas.
Si no me creéis, buscad las demostraciones en YouTube. Este producto es, en resumen, una auténtica decepción. Ojalá Fishman reaccione y retire del mercado esta bazofia.