Como hemos descrito en los transformadores, se origina primeramente calor en el transformador, pero también en los transistores de la etapa de amplificación. Este calor realmente no es deseable, por un lado porque reduce la efectividad del aparato, y también porque los componentes semiconductores de la electrónica (transistores y circuitos) son influenciados negativamente, hasta el punto de que incluso pueden llegar a ser dañados si el calor no es suficientemente disipado.
En una etapa de amplificación construida en un recinto compacto, esta problemática por norma general se resuelve por medio de un ventilador. El ventilador aspira el aire a su alrededor, enfriando así los componentes que se encuentran dentro del recinto. Pero junto con el aire, el ventilador atrae también el polvo, que reduce la capacidad de transmisión de calor al aire de la superficie de los componentes, y también bloquea el ventilador (acumulando la pelusa entorno al mismo). Si se emplaza un filtro contra el polvo delante del ventilador, este debe ser limpiado periódicamente. Muchas veces esto se olvida y suele provocar los más usuales fallos en las etapas, precisamente el sobrecalentamiento debido la escasa disipación de calor derivada de la acumulación de polvo, que hace saltar el circuito de seguridad por sobrecalentamiento y desconecta la etapa, y esto, obedeciendo la ley de Murphy, suele ocurrir naturalmente a mitad del concierto.
Crown ha desarrollado una nueva tecnología con sus etapas K1 y K2: Aparatos cerrados herméticamente que trabajan con ausencia completa de ventiladores, pero esta tecnología no es barata.
También hay etapas de amplificación que no tienen ventiladores y confían simplemente en disponer de una buena circulación de aire en el entorno. Este sistema es bastante inseguro, por lo que un ventilador externo puede aumentar la circulación de aire en su beneficio. Pero en aplicaciones sobre el escenario esta técnica es absolutamente descartable.