Para introducirnos en la historia del clarinete no es necesario remontarnos a los tiempos del Antiguo Egipto. Todo lo contrario que, por ejemplo, con la flauta travesera, cuyos precursores más antiguos fueron tallados en hueso. El motivo de esto hay que buscarlo en el mismo instrumento. El clarinete es distinto que otros instrumento de viento. Si se sobre sopla una flauta o un saxofón, se hace sonar la octava. Pero si sometemos a esta prueba al clarinete, rápidamente nos daremos cuenta de que no va a sonar una octava, en este caso no es suficiente, nos quedaremos en un quito. Suena por tanto la duodécima de la nota sobre soplada. Y esto significa a su vez que el constructor de instrumentos debe contemplar diferentes separaciones de agujeros para los rangos tonales. Este arte no obstante en el siglo 17 todavía era tan desconocido en la práctica como en la teoría.
El que realmente quiera encontrar un predecesor del clarinete, dará con el Chalumeau, un instrumento de viento de caña, en el que se empleaba una caña simple o doble.
Fue el Chalumeau el instrumento del que el constructor de instrumentos alemán de Nuremberg Johann Christistan Denner tomó en 1700 el punto de partida para el desarrollo de sus instrumentos, que dieron como resultado el origen del clarinete actual.
Muchos nombran también hoy al registro Chalumeau como el „no sobre soplado“, aunque Denner tubo que añadir las llaves Fa y Si para poder ampliar el rango sobre una octava. El instrumento de Denner en total tenía tan solo dos llaves, y también la incorporación de otras llaves tuvo que tomarse su tiempo de desarrollo. Mozart por ejemplo escribió sus conciertos para el clarinete de cinco llaves y ocho agujeros de digitación. En la búsqueda de una todavía mejor entonación y pureza, el virtuoso del clarinete ruso I. Müller propuso un modelo con 13 llaves en 1812, que por cierto fue rechazado inicialmente por la comisión del conservatorio de Paris. A pesar de este rechazo, este modelo se extendió rápidamente dentro de Europa. Se afirmó especialmente en Austria y Alemania, siendo la forma punto de partida para el llamado sistema de llaves alemán. Otro pequeño salto en el tiempo de unos 30 años nos lleva al descubrimiento del mecanismo de llaves de anillo, gracias a Th. Boehm, que fue incorporado al clarinete por H. Klosé y el constructor de instrumentos A. Buffet, y que supuso una fuerte influencia en el desarrollo de instrumentos. En 1844 este modelo fue patentado como „clarinette à anneaux mobiles“, más conocido como clarinete Boehm. El resultado era un modelo con 24 agujeros de digitación, 17 llaves y 6 anillos. El año posterior le siguieron algunos nuevos experimentos con diferentes llaves y rodillos, y más y más fueron desbancando los clarinetes Boehm a los clarinetes Müller en distintos países de origen románico o angloamericano. El constructor de instrumentos berlinés Oskar Oehler, a finales del siglo 19, volvió al clarinete Müller para construir un clarinete con 22 llaves enfocado en primera línea a la pureza del sonido, y que destacaba por un gran número de llaves de corrección. En comparación al sistema Oehler, el clarinete Boehm está enfocado a los elementos de virtuosismo técnico, y el desarrollo de ambos sistemas continuó en paralelo.
El corno di bassetto es un clarinete afinado en Fa con tubo curvado extra que fue utilizado en la década de 1780. Mozart escribió para él, en La flauta mágica y el Réquiem. El clarinete di bassetto, relacionado con el corno di bassetto, también estaba en uso en todo este tiempo y fue el instrumento con el que Anton Stadler realizó el Concierto de Mozart (a quien se le dedicó) y el Quinteto. Descuidado durante un siglo y medio, el bassetto existe en la actualidad sólo en reconstrucciones del original. Se trata esencialmente de un clarinete extendido (en Sib o La) con llaves adicionales para el pulgar derecho, para tocar el rango inferior escrito en Do.
En 1812, Ivan Müller, un parisino, había diseñado un clarinete de trece llaves. Antes de esto, las almohadillas estaban hechas de fieltro, las cuales filtraban el aire, y Müller introdujo un nuevo tipo de almohadillas que estaban cubiertas de cuero o vejiga de pescado y eran herméticas. Esta mejora permitió añadir muchas más llaves. La nueva ubicación de las llaves del clarinete hizo un sonido mucho más acústico (a tono). El clarinete de Müller fue desarrollado posteriormente por diversos fabricantes e intérpretes como Adolphe Sax, Carl Bärmann y Oskar Oehler, lo que resultó en el moderno sistema de clarinete alemán (Oehler), que puede tener entre diecisiete y veintisiete llaves.
Los clarinetes de sistema Boehm, que normalmente tienen diecisiete llaves, se exhibieron por primera vez en París en 1839 por Hyacinthe Klose, quien inventó este sistema de digitación. Theobald Boehm había diseñado antes un sistema de digitación de flauta que inspiró a Klose, lo que implica llaves con aros que permiten que un dedo pueda cerrar varios orificios a la vez.
Todavía hoy diferenciamos los clarinetes entre sistema Boehm, también llamado sistema francés, y el sistema alemán.
Lo que en un principio fue y también hoy sigue siendo es la denominación del instrumento como clarinete, que significa tanto como un pequeño Clarino. ¿Pero cómo es posible que un instrumento de viento madera, que pertenece a los instrumentos de transposición, venga a llamarse pequeño Clarino cuando en el siglo 18 ya había un instrumento de viento metal que era llamado trompeta clarín? Muy sencillo, por el sonido. El sonido de un clarinete en los registros altos recuerda a la antigua trompeta barroca.