De ninguna manera es un teclado todo lo que tiene teclas. Y sería casi indecente el denominar a un instrumento tan maravilloso como un piano de cola, simplemente como “tabla con teclas”. También un piano es un piano, y un órgano seguirá siempre siendo un órgano.
Pero no, es a partir cuando que la electrónica se asocia a las teclas blancas y negras de los instrumentos con teclas, cuando la generación de sonido se volvió artificial, y con ello los sonidos empezaron a sonar de tal manera que apareció la idea de conectarlos a un amplificador adicional, cuando surgieron con tal nombre los teclados. Con el término teclado, nos referimos a todo instrumento de teclas que no es capaz de reproducir por sí mismo oscilaciones sonoras, sino que las genera de forma puramente electrónica.
Sin embargo, puntualizando algo más, todo comenzó con un órgano, y para ser exactos, con un órgano Hammond. Su desarrollo se basa además en una sucesión de casualidades. Su descubridor - el americano Laurens Hammond - era una especia de genio inquieto que había estudiado ingeniería mecánica y electrónica. Ya con anterioridad había registrado patentes. Paralelamente a sus estudios, llevó a cabo con éxito la producción de un guión para una película.
Empleado en una empresa de motores de barcos, inventó en 1920 un reloj cuya ruidosa maquinaria fue insonorizada con una carcasa especial. El aparato tubo éxito, y permitió a Hammond el lanzarse como ingeniero independiente. Y desde entonces ya no paró de inventar: Desarrolló entre otras cosas un sistema de transmisión automática para automoción, inventó las gafas 3-D rojas-verdes, la conversión de la corriente alterna en continua a través de la llamada A-Box, y el reloj eléctrico, que desembocó en la fundación de la Hammond-Clock-Company en 1928.
Pero el negocio de los relojes eléctricos no funcionaba tan bien, de modo que pronto la empresa se asomó al abismo de la bancarrota. Hammond continuó dándole vueltas a su diseño del motor de transmisión automática, sobre todo buscándole la mejor aplicación. Alrededor de 1933 sus ideas se volcaron en el ámbito musical. Esto significo el nacimiento del llamado Tone-Wheel-Generator (el generador de rueda sónica).
Se trataba de una pequeña rueda acoplada a un motor de engranaje concéntrico de un tamaño similar al de una moneda de dos euros. La moneda no era lisa en el canto, sino que estaba dentada al estilo de un piñón. Esta rueda giraba delante de un electroimán.
Los que no se saltaron las clases de física, se dará cuenta enseguida de lo que ocurría entonces. Como aprendimos, en el mejor de los casos, en esas clases, se genera un conductor de corriente en el campo magnético. Si movemos un hilo de cable o una pieza de metal en el campo magnético de un imán, de produce una tensión, que es equivalente a la velocidad del movimiento y a la separación con el metal.
Hammond dedujo de esto que debido a los dientes del contorno de la rueda, el campo magnético a la larga sería influido de diferente manera, porque al variar regularmente la distancia, la corriente aumentaría y disminuiría constantemente. El bobinó alrededor del imán un hilo, de forma que podía desviar y amplificar la corriente inducida. En un aparato de radio podía hacer audible la corriente ampliada a través del altavoz, porque la variación regular de tensión era capaz de excitar la membrana del altavoz, generando ondas sonoras. Hammond había dado con el principio de todos los instrumentos que son capaces de generar sonidos a partir de patrones de oscilación. Y esto lo había conseguido partiendo de la aplicación de energía eléctrica.
Pero hasta ahora solo le había sido posible generar un único sonido, similar al de una flauta. Para conseguir un sonido musical complejo necesitaría todavía realizar bastantes esfuerzos más. Muchos y enervantes fueron los intentos hasta que Hammond recurrió a la adquisición y el uso del teclado de un viejo piano. Bajo cada tecla colocó contactos eléctricos, que fueron conectados con hilos a una sola combinación de rueda sónica e imán. El giro preciso del sincromotor trabajaba con una complicada transmisión de 91 Tone-Wheels de diferente tamaño y con diferentes velocidades, e inducían tensión a 91 imanes. Al pulsar una tecla, se activaba una línea de conmutadores, que cerraban el mismo circuito eléctrico, y que adicionalmente abrían la posibilidad de adicionar llenos armónicos a cada tono a través de los tiradores. Todo esto se montó dentro de una cabina, donde se integraron además un amplificador y altavoces. Todo junto pesaba cerca de tres o cuatro quintales.
Con ello se produjo el nacimiento del órgano Hammond. El 24 de abril de 1934 Hammond registró la patente en Washington. Este órgano de iglesia en una caja, como se le llamaba, se hizo en poco tiempo famoso en el mundo. Se le tomó como la gran alternativa a los órganos de tubos. Todo con el beneplácito de las personas que realizaron las pruebas de escucha. El principio electromagnético fue mantenido hasta 1967. Entonces la Hammond-Organ-Company optó por construir los órganos con piezas electrónicas. Estas reposiciones no tenían el encanto ni el típico sonido del original, y más tarde la firma japonesa Suzuki absorbió la firma Hammond. La generación digital de sonido trajo la posibilidad a Hammond-Suzuki de construir el Hammond XB-3; era ópticamente una reencarnación del B-3, y costaba cerca de 10 000 euros. Técnicamente, no obstante, se trataba de un instrumento completamente digital. El viejo sonido Hammond fue esmeradamente imitado. Los críticos opinan que el órgano suena como debería sonar un Hammond.
Naturalmente el Hammond, desde 1934, fue siempre mejorado y ampliado. 32 tiradores, un montón de teclas Preset, la legendaria Reverb de muelles de Hammond y el amplificador de válvulas de vacío se impusieron en los instrumentos de teclas. Diferentes líneas de modelos para distintas exigencias fueron creadas. Modelos como el A-100 o el B-3 fueron y siguen siendo en el ámbito de la música Rock siempre adorados, aunque hoy solo quedan unidades usadas y siguen siendo muy caras. En mi propia banda teníamos un E-100, un modelos de teclado doble con pedal. Solo de pensar lo que pesaba aquel aparato cuando la transportábamos, me tiemblan las piernas.
¿Pero qué es lo que hace del sonido Hammond algo tan especial, que todo el mundo lo desea reproducir en su sintetizador o en su Expander o Sampler de la forma más fidel posible? El sonido sinusoidal, la forma de onda pura que se obtiene gracias al giro del generador. Y los armónicos adicionados por los tiradores, que acompañan con exactitud y de forma homogénea al tono fundamental.
Otro elemento importante en el sonido del Hammond es el llamado click, el crujido eléctrico del contacto de las teclas. Se podría pensar que es un error de diseño, pero este click precisamente hace el sonido tan vivo que en los teclados modernos se intenta imitar artificialmente.
Por lo demás, el sonido de las válvulas se asocia al Hammond, con sus cremosas y hasta crudas saturaciones, según el volumen. Esto ha marcado numerosas bandas de Rock de los años 60s y 70s.
No podemos dejar de nombrar un último aparato, que todo músico de Hammond ha querido tener junto a su “órgano-caja”: Otra caja llamada ´Leslie´. La cabina Leslie es algo muy especial. Contiene dos amplificadores. Uno alimenta un Horn de agudos, que se encuentra emplazado arriba en la cabina, el otro alimenta un altavoz de graves en la parte de abajo de la cabina.
Lo realmente interesante está en que el Horn de agudos rota por medio de un motor, mientras que otro motor hace girar el altavoz de graves y un tambor. De forma manual, desde el órgano se pueden controlar los motores con unos interruptores en tres rangos: Parada, giro lento y giro rápido. En el giro rápido y debido a la dispersión en redondo el Leslie, se obtiene un sonido de órgano muy lleno similar al chorus, mientras que en el giro rápido se produce un efecto vibrato. Se entiende que hoy en día el efecto Leslie gracias a los procesadores de efectos digitales se puede reproducir de forma excelente. Normalmente se les encuentra bajo el menú ´Rotary´.
Por supuesto que muchos organistas siguen siendo de la opinión de que solo un auténtico ´ Hammond´ (el electromagnético) en combinación con un ´auténtico Leslie´, pueden producir el verdadero sonido. Los problemas de transporte ya los resuelven los Roadies.